martes, 1 de noviembre de 2011

ALBERT EINSTEIN Y FERNANDEZ MORAN (ENCUENTRO DE DOS SABIOS




Albert Einstein nació en Alemania el 14 de marzo de 1879 y Humberto Fernández Morán nació en Maracaibo el 18 de febrero de 1924. Dos sabios de diverso origen y de diferentes generaciones conversaron para bien de la ciencia en 1946, en la Universidad de Princeton (Estados Unidos de América). Fernández Morán en 1937, sin haber concluido la secundaria, fue enviado por su padre a Alemania; allí culminó la secundaria en el Instituto Schulgemeinde de Sallfield. A los 16 años, ingresó a la Universidad de Munich, donde se graduó Summa Cum Laude de médico a los 21 años.

En 1946 regresó a Venezuela y revalidó su título de médico en la Universidad Central de Venezuela, en donde además cursó un postgrado en Medicina Tropical, que no llegó a concluir, pues fue becado por la Universidad de Princeton para especializarse en Neurología. En esa casa de estudios conoció al sabio alemán Albert Einstein, quien le recomendó que continuara sus estudios en Suecia, donde posteriormente Fernández Morán se residenciará y estudiará durante seis años (1948-1954) física y microscopía electrónica: allí inventó el bisturí de diamante.

Vamos a detenernos, un instante, en el análisis psicológico de la recomendación que Einstein le ofreciera al joven estudiante Fernández Morán. El primero fue el venerado maestro, el segundo el aventajado discípulo. ¿Qué logró descubrir el sabio alemán en aquel maracaibero sencillo y estudioso al recomendarle marchar a Suecia y proseguir escalando en ese país etapas superiores en el conocimiento de la ciencia? Einstein sin duda, fue un genio, un ser superior que no sólo pensó en el presente del saber científico, sino en el futuro cargado de promisorias interrogantes y de posibilidades gigantescas. Fernández Morán siempre pensó en marchar hacia el cénit del saber. No hubo barreras que aguantaran el peso inmenso de su deseo de superación. ¿Hubo entre los dos sabios la empatía que anima a los seres con grandeza de corazón? Einstein dijo una vez “Soy en verdad un viajero solitario, y los ideales que han iluminado mi camino y han proporcionado una y otra vez nuevo valor para afrontar la vida han sido: la belleza, la bondad y la verdad”.

¿No fue Humberto Fernández Morán también un hombre solitario que, cuando ingenuamente aceptó el Ministro de Educación en 1957 fue expulsado del país luego del derrocamiento del gobierno del general Marcos Pérez Jiménez? Se residenció nuevamente en los Estados Unidos, donde ejerció la docencia en la Universidad de Chicago y concibió y desarrolló el Ultramicroscopio Electrónico de Alta Resolución. Un aporte realmente trascendental para la ciencia. En esa Universidad recibió la alta distinción de profesor vitalicio.

No todos los seres humanos poseen el mismo tacto político; en Humberto Fernández Morán fue superior el desarrollo científico de Venezuela que su posición ideológica y política. Estaba en juego el futuro científico del país que fue superior para él otros intereses. Cuando en 1954 regresa a Venezuela funda, con otros científicos, el Instituto Venezolano de Investigaciones Cerebrales (INVIC, hoy IVIC). Designado director del INVIC, Fernández Morán estableció allí el primer reactor atómico de América Latina y el primer centro científico tecnológico del continente. Logró reunir una comunidad científica interdisciplinaria que, atendiendo problemas de orden nacional y regional desarrolló programas de formación académica para investigadores.

1 comentario:

  1. Excelente artículo: nos demuestra la grandeza científica y humanística de ese venezolano digno: Humberto Fernández Morán

    ResponderEliminar