sábado, 12 de noviembre de 2011

EXTRAÑA SENSACIÓN (Prosa Poética)

Hace semanas no sé de ella, no la diviso en mi horizonte, cargado de infinitas preguntas ¿Qué habrá ocurrido? ya no disfruto de su rostro altivo, ni de su cabello negro extendido; ni de sus ojos grandes, mestizos. Estando tan lejos de ella, repito, en el más oculto silencio, su nombre; lo reproduce mi espíritu atormentado, desde que dejé de oírlo tantas veces. Su cuerpo adorable, reflejo de la más sublime añoranza, se ha convertido en mi sombra, aunque ese cuerpo, sin copias, no me pertenezca. La imágenes de su rostro y de su cuerpo si están conmigo, porque lo etéreo; lo que no se ve, ni se toca; el fiel reflejo de lo que ella ha sido, es de todos cuantos la hemos querido, la hemos amado, aún viviendo con el alma herida.

¿Qué debo hacer para olvidarla? ¿Cómo hago para que sus recuerdos se borren de todo, lo que de mí, existe? Ayer, mis ojos impávidos, la vieron sentada en una silla, adornada de pétalos de rosa, en el jardín de la casa; qué extraña sensación aquella que sin ser míos, ni su cuerpo ni su alma, su cuerpo y su alma estaban allí, esperando, por mí, para ser amados, para ser acariciados, para que se quedasen eternamente conmigo. Eso sólo fue una ilusión, un desvarío; ella no está aquí, está lejos de mí, de mi alma, está escondida quién sabe dónde, en donde nadie, pueda mancillarla como algunos seres despiadados lo hacían.

Algún día la encontraré para repetirle, una y mil veces, que la amo, para abrazarla, para hacerla mía, porque nadie poseerá la fuerza suficiente para impedírmelo; la separaron de mi lado sin razón alguna, sin argumentos; si es de raptarla lo haré, para demostrarle al ladrón que la tiene oculta, que ninguna vida humana tiene dueño, a no ser la divina voluntad de Dios, que a cada quien le tiene marcado su destino.

Mañana marcharé de dónde vine, en donde oigo, el ir y venir de la fuerza de la sangre que sostiene su vida; mañana marcharé de donde vine, para ver de nuevo su rostro envanecido; mañana marcharé de madrugada, para recoger la temprana luz del día y hacerla mi amiga, para que me ayude a resolver el drama que lacera mi vida. Mañana marcharé, con la espada al cinto, para jugármela con el que sea; si pierdo, mucho no se habrá perdido, pero si gano sí, me la gano a ella que es mi amor y es mi vida.

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